viernes, 28 de diciembre de 2007

COMARCA DEL ARANDA - CALCENA

Calcena: Situado entre las localidades de Trasobares, Oseja y Purujosa. En el término no se recuerda que tuviera pilares o peirones, solamente se conserva, muy bien cuidado, el portal–capilla de la Virgen de las Nieves.

Portal-capilla de la Virgen de las Nieves


cerraba la entrada por el camino de Trasobares.

COMARCA DEL ARANDA - ARANDA

Aranda :Población situada entre las de Jarque, en Zaragoza y Ciria de Soria. Mantiene dos peirones dedicados a la Virgen del Pilar, uno de ellos conocido como "del Portillo".

Peirón de la Virgen del Pilar

Es un recio pilar prismático situado a la entrada del pueblo en el viejo camino, hoy carretera, de Jarque.
UTM X: 601032,33 Y: 4603611 Geo. Lat. 41º 34’ 37,46” Long. 1º 47’ 17,23”

Peirón del Portillo

Se levanta entre la carretera de Ciria y el viejo camino al casco urbano. En su capilla se conserva la imagen de la Virgen que es del Pilar, y que en el pueblo le dicen del Portillo, lugar por el que se dirigían los viajeros al puerto o collado dirección a Soria.
UTM X: 600596,06 Y: 4603684,15 Geo. Lat. 41º 34’ 40,03”

Elementos

Ya hemos visto someramente el origen de estos elementos asi como el origen etimológico de la palabra "peirón". Vamos a ver también de las partes de que consta.
Con este nombre –peirón o pairón– podemos decir sin temor a equivocarnos que se reconoce a una figura arquitectónica de pequeñas dimensiones, en forma de pilar, columna u obelisco de sección cuadrada (prisma y paralelepípedo), raramente circular –más propia ésta de la zona del Jiloca que llegan a estar por sus características de construcción más cerca del crucero o, al menos, de su transición artística y posiblemente del antiguo rollo jurisdiccional– y muy raramente octogonal, por lo contrario no debe extrañarnos el encontrarlos con una composición mixta en la que se alternan varias de estas formas.

Construcciones de piedra, ladrillo y mixta, mayormente revocadas con cal o yeso, de forma prismática –ya he apuntado otras posibles formas– y de 2 a 3 m. de altura, aunque podemos verlos llegar a los 5 m. e incluso sobrepasar los 7 m., y de un grosor que va desde los 30 a los 60 cm. de lado o de diámetro –también en este caso podemos verlos llegar a 1 metro de anchura.

Generalmente se levantaron de cuatro cuerpos (no necesariamente bien diferenciados o con separación entre ellos, labor que se encarga generalmente a sendas cornisas más o menos ornadas): están emplazados sobre una grada cuadrada de piedra –raramente circular y extrañamente octogonal– de uno o varios escalones concéntricos desiguales; sobre ella, apea una basa o plinto que puede carecer de ornamentación o tenerla bellamente labrada e incluso con inscripción relativa a la data del peirón, sustenta el cuerpo más esbelto; el tronco, culminado éste en su tramo más alto por el cuerpo superior; el edículo, baldaquino o cabecero, abierto a una o varias caras por una sencilla capilla u hornacina donde se guarda, en el mejor de los casos, la imagen a cuya advocación se ha erigido o se encomienda el lugar y el camino. Si el peirón es votivo o dedicado al fallecimiento de algún familiar, dentro de la capilla encontraremos un recordatorio (que puede llegar a ser muy historiado) en baldosín o azulejo de cerámica, de chapa esmaltada o un ingenuo recordatorio y plegaria a las Ánimas. El cimacio de coronación o cubierta, que siempre pertenece al cuerpo del edículo, acostumbra a ser un tejadillo o chapitel a dos o cuatro vertientes si el peirón es prismático, o cónico si éste es cilíndrico, suelen ser planos o con teja.
Igualmente, es frecuente –sobre todo, en las comarcas de Calatayud y Calamocha o el Señorío de Molina, en Guadalajara– que el cimacio esté formado por varias molduras superpuesta y culminadas por una pieza cónica, piramidal o bola, en cuya cumbrera se coloca como remate una cruz de hierro.

jueves, 27 de diciembre de 2007

Etimología y especificaciones técnicas.

Peirón o pairón, conocido en otros lugares de Aragón como: capilla en Benasque, pilaret en la franja del Ribagorza, piló en la franja del Matarraña, paironet en la comarca del Bajo Aragón, pedró en Cataluña, peiró en Valencia, y pilón y pilar, pues de todas estas formas y alguna más podemos oírlo nombrar dentro del territorio enmarcado por los límites de la histórica Corona de Aragón, zona en la cual están más extendidas sus funciones de orientación, protección y votiva o de recuerdo. Es elemento muy escaso en el resto de la geografía española si exceptuamos el Señorío de Molina en Guadalajara y algún ejemplar en Soria.

Precisar la procedencia de esta palabra es algo incierto, ya que cada autor hace que su ascendencia parta de una lengua distinta, creando con ello un amplio campo de trabajo que desconcierta en el estudio de decisiones finales. Veamos algunas de estas ideas, que si no nos aclara la autenticidad de la raíz, sí nos enriquecerá en cuanto a posibilidades.

Peirón parece ser un vocablo aragonés que viene del latín vulgar pilare: hito o mojón que se pone para señalar los caminos, aunque diversos autores hacen derivar esta palabra de la raíz griega (peran / atravesar); igualmente de la latina (per / a través de) y del participio (iens / del verbo ir), al sufrir la i un cambio a la sílaba anterior (metátesis) periens se transformaría en (peiren / peirón).
Creo importante por su aportación a esta rareza monumental, añadir la idea planteada por el investigador y arqueólogo cubano Georgeos Díaz-Montexano autor de una curiosa tesis (El Origen Celtibérico de la Voz Ibero-Aragonesa Peirón o Pairón)

Origen

Desde los más remotos tiempos del ser humano y su evolución como tal, éste ha procurado el dejar constancia de su paso por los lugares que empleaba sistemáticamente en sus desplazamientos; bien sea para la búsqueda de caza, nuevos pastos, o simplemente para su tránsito comercial e incluso guerrero. La difícil orografía, las inclemencias atmosféricas y el desconocimiento de los nuevos itinerarios, le llevó a la sencilla conclusión de la necesidad que había de marcar estos lugares, tanto para apoyar la bondad de su tránsito como para asegurar a su vez, ante los malos espíritus, la protección de sus dioses o divinidades y, posteriormente, santos y vírgenes. Éstos intercederían para la seguridad y continuidad de sus actividades, tan necesarias para la vida de la comunidad.